
El 70 % de las marcas blancas recurren a clasificar sus productos como turrón blando y duro, eludiendo así las indicaciones geográficas a Jijona y Alicante. Lucir este sello -controlado y supervisado por el Consejo Regulador del Turrón y aceptado por la Unión Europa- supone un importante coste económico para la empresa, pero también un sello de calidad y confianza del que se beneficia el consumidor. En definitiva, esta decisión puede afectar al consumidor, que ya no adquiere un producto que está bajo el amparo de un símbolo de garantía.
Fuente: Gastronomía y cia
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